El arrastre de latas en la víspera de Reyes

Como ya viene siendo habitual en los últimos años, la tarde de ayer 5 de enero, las calles batalla del Salado, Nuestra Señora de la Luz y Calzada se convirtieron en un rumor de advertencia a sus Majestades Los Reyes Magos de Oriente.
Los niños tarifeños sacaron sus arratres de latas para hacer el mayor ruido posible, algunos padres previamente hicieron un alarde de imaginación en la construcción de los artilugios más sofisticados e inverosímiles. Un acervo popular que compromete la complicidad de padres e hijos en una de las expresiones más genuinas de ilusión y magia que nos ayuda a crecer y mantener la inocencia.
La tradición viene de nuestra vecina Algeciras. Distintas versiones para un misma práctica cultural que se ha ido heredando durante generaciones. Unas la marcan en la existencia de un Gigante, "Botafuegos", que por Navidad hacía un gran fuego en la montaña donde vivía, para que el humo reinante impidiera ver la ciudad y así los Magos pasaran de largo sin dejar sus regalos a los niños algecireños. Pero los niños, más astutos que el gigante, decidieron salir con sus latas a la calle para auyentar al gigante y así disipar la nube de forma que sus Majestades se percataran de su existencia. Otras cuentan como el viento reinante no dejaba llegar la voz de los niños a Oriente y la niebla propia de la Comarca impedía a los Reyes ver la ciudad, de forma que en ambos casos pasaban sin adevertir a los más pequeños, por lo que éstos para ser oídos hacían estruendo con sus latas.
Leyendas que como tales tienen su base de realidad: En los inicios del SXX las grandes carencias de las familias más modestas que tenían que inventar historias para contentar a sus vástagos ante la ausencia de juguetes y la perspicacias de éstos para evitar tal situación.