DÓLMENES DE ANTEQUERA

Llegados al centro de Interpretación del Conjunto Dólmenes de Antequera, tienes la oportunidad de visualizar un vídeo de una película por ordenador de cómo se piensa que fueron formados los dos dólmenes, de Viera y de Menga, que distan solo unos metros uno de otro. El esfuerzo de toda la comunidad haría posible esta maravilla, donde losas de toneladas de peso se irían disponiendo en una zanja cavada previamente con la forma del monumento y transportadas y colocadas gracias a la fuerza colectiva, a la utilización de troncos para su rodaje y a la astucia humana. Una vez colocadas las losas que conformarían las paredes se rellenaría todo el interior, para a continuación colocar las losas del techo, proceder al vaciado del relleno y formación del túmulo o falsa montaña sobre el mismo.
Ambos dólmenes se cree que tienen alrededor de 5000 años, mientras que Tholos de El Romeral tendría unos 1900 años menos. La arquitectura entre los dos primeros y éste último es bien diferenciada.
La cantera de donde se piensa proceden las losas se sitúa no muy lejos, en uno de los barrios de la derecha. La creencia se sustenta en que ahí las piedras estarían en horizontal y coincide el terreno con el tipo de roca de los monumentos.
El dolmen de Viera se considera un monumento funerario de enterramiento colectivo situado a la salida del sol, hacia el levante, cuyos rayos iluminan todo el pasillo hasta llegar al fondo donde se sitúa la cámara mortuoria, lugar en le que se disponía el cadáver en posición fetal junto a su ajuar. Era éste un enterramiento para cualquier miembro de la comunidad.
A pocos metros y en una orientación bien distinta y anómala para este tipo de construcción de la época, hacia el noroeste, se sitúa el Dolmen de Menga. El motivo parece estar en su alineación con la peña, que se asemeja a un rostro humano, la cual puede verse desde su interior. Es éste un monumento que no parece funerario, sino más bien lugar de culto. En la entrada podría encontrarse un silo para el almacenamiento de trigo. En la parte más profunda se ha localizado un pozo de agua de unos 19 m. de profundidad. La cámara se encuentra dividida por la mitad por unas enormes columnas que no sustentan el techo, pensándose que su utilidad sería para soportar posibles movimientos sísmicos. No se detectan pinturas rupestres, no pudiéndose deducir que no existieran, sino más bien que se hayan perdido, sí existen grabados en la entrada de figuras humanas y de una estrella de mar. Y es que como se piensa el mar bañaría Antequera en esa época neolítica, como lo demuestra también el incrustamiento de una concha marina en una de las piedras en la entrada.
El Dolmen de Viera tiene una marca en la cámara funeraria del espolio sufrido donde probablemente desaparecerían los esqueletos y objetos del ajuar mortuorio. Mientras que el de Menga ha perdido gran parte delantera al desmontarse el techo en determinados momentos históricos dejando al descubierto buena parte. Donde se situaría el silo.
Terminada la visita tendremos que tomar nuestro vehículo para dirigirnos a ver el tercer monumento megalítico, Tholos de El Romeral, no muy lejos, cerca del polígono industrial. Tiene una arquitectura más sofisticada, componiéndose de capas de piedras a modo de ladrillos y arena, el techo lo forman piedras de gran tamaño y diversa calidad. La falsa cúpula la compondría una losa. En este enterramiento se encuentran separadas la cámara mortuoria y la del ajuar. La piedra utilizada es pizarra, mientras que en las anteriores era arenisca.
Toda una lección de arquitectura, trabajo colectivo y paciencia.