Fue la Vigilia Pascual, el Sábado Santo, una verdadera celebración del gozo que supone para un cristiano el venc

Con la participación de un coro de jóvenes y exquisitas voces que supieron tranmitir alegría, celebramos en la iglesia de San Mateo la Resurrección.
Tras bendecir el fuego, en las afueras del templo, y tomar la luz para el cirio pascual, caminamos de regreso hacia el interior donde encendimos nuestas velas contagiadas de la luz de Cristo, simbolizada en el Cirio Pascual.
En la penumbra solo rota por la luz del cirio (y alguna linterna para poder hacer las pertinentes lecturas) nos inbuimos en el Antíguo Testamento, con lecturas del Génesis, del Éxodo, de diversos profetas... como preámbulo a la Buena Noticia.
Todos los salmos fueron entonados por miembros del coro con una gran maestría.
Una ceremonia, que a pesar de sus dos horas y media de duración, resultó gratificante.
Ayer domingo, la procesión del resucitado por nuestras calles puso el colofón a toda una semana.

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