En 1948 llegó al poder en Sudáfrica el Partido Nacional, que
institucionalizó la segregación racial creando el régimen del apartheid. Bajo
la inspiración de Gandhi, el ANC propugnaba métodos de lucha no violentos: la
Liga de la Juventud (presidida por Mandela en 1951-52) organizó campañas de
desobediencia civil contra las leyes segregacionistas.
En 1952 Mandela pasó a presidir el ANC del Transvaal, al
tiempo que dirigía a los voluntarios que desafiaban al régimen; se había
convertido en el líder de hecho del movimiento. La represión produjo 8.000
detenciones, incluyendo la de Mandela, que fue confinado en Johannesburgo. Allí
estableció el primer bufete de abogados negros de Sudáfrica.
En 1955, cumplidas sus condenas, reapareció en público,
promoviendo la aprobación de una Carta de la Libertad, en la que se plasmaba la
aspiración de un Estado multirracial, igualitario y democrático, una reforma
agraria y una política de justicia social en el reparto de la riqueza.
El endurecimiento del régimen racista llegó a su culminación
en 1956, con el plan del gobierno de crear siete reservas o bantustanes,
territorios marginales supuestamente independientes, en los que confinar a la
mayoría negra. El ANC respondió con manifestaciones y boicoteos, que condujeron
a la detención de la mayor parte de sus dirigentes; Mandela fue acusado de alta
traición, juzgado y liberado por falta de pruebas en 1961.
Durante el largo juicio tuvo lugar la matanza de
Sharpeville, en la que la policía abrió fuego contra una multitud desarmada que
protestaba contra las leyes racistas, matando a 69 manifestantes (1960). La
matanza aconsejó al gobierno declarar el estado de emergencia, en virtud del
cual arrestó a los líderes de la oposición negra: Mandela permaneció detenido
varios meses sin juicio.
Aquellos hechos terminaron de convencer a los líderes del
ANC de la imposibilidad de seguir luchando por métodos no violentos, que no
debilitaban al régimen y que provocaban una represión igualmente sangrienta. En
1961 Mandela fue elegido secretario honorario del Congreso de Acción Nacional
de Toda África, un nuevo movimiento clandestino que adoptó el sabotaje como
medio de lucha contra el régimen de la recién proclamada República Sudafricana;
y se encargó de dirigir el brazo armado del ANC (la Lanza de la Nación). Su
estrategia se centró en atacar instalaciones de importancia económica o de
valor simbólico, excluyendo atentar contra vidas humanas.
En 1962 viajó por diversos países africanos recaudando
fondos, recibiendo instrucción militar y haciendo propaganda de la causa
sudafricana. A su regreso fue detenido y condenado a cinco años de cárcel. Un
juicio posterior contra los dirigentes de la Lanza de la Nación le condenó a
cadena perpetua en 1964. Ese mismo año fue nombrado presidente del ANC.
Prisionero durante 27 años en penosas condiciones, el
gobierno de Sudáfrica rechazó todas las peticiones de que fuera puesto en
libertad. Nelson Mandela se convirtió en un símbolo de la lucha contra el
apartheid dentro y fuera del país, una figura legendaria que representaba la
falta de libertad de todos los negros sudafricanos.
En 1984 el gobierno intentó acabar con tan incómodo mito,
ofreciéndole la libertad si aceptaba establecerse en uno de los bantustanes a
los que el régimen había concedido una ficción de independencia; Mandela
rechazó el ofrecimiento. Durante aquellos años, su esposa Winnie simbolizó la
continuidad de la lucha, alcanzando importantes posiciones en el ANC. El
ferviente activismo de Winnie no estuvo exento de escándalos; años después, ya
en los 90, se vería envuelta en un polémico juicio en el que fue acusada de
asesinato, si bien salió absuelta.
Finalmente, Frederik De Klerk, presidente de la República
por el Partido Nacional, hubo de ceder ante la evidencia y abrir el camino para
desmontar la segregación racial, liberando a Mandela en 1990 y convirtiéndole
en su principal interlocutor para negociar el proceso de democratización. Mandela
y De Klerk compartieron el Premio Nobel de la Paz en 1993.
Las elecciones de 1994 convirtieron a Mandela en el primer
presidente negro de Sudáfrica; desde ese cargo puso en marcha una política de
reconciliación nacional, manteniendo a De Klerk como vicepresidente y tratando
de atraer hacia la participación democrática al díscolo partido Inkhata de
mayoría zulú. Una película del cineasta estadounidense Clint Eastwood, Invictus
(2009), reflejaría con bastante fidelidad el Mandela de esos años; su apoyo a una
selección nacional formada por blancos durante la Copa Mundial de Rugby de
1995, celebrada en Sudáfrica, muestra su empeño en integrar la minoría blanca y
la mayoría negra sirviéndose de aquel acontecimiento deportivo y su firme
voluntad de construir una nación para todos los sudafricanos, sin distinción de
raza.
Mandela impulsó asimismo la redacción de una nueva
constitución para el país, que fue finalmente aprobada por el parlamento en
1996. Un año después cedió la dirección del ANC a Thabo Mbeki, destinado a
convertirse en su sucesor en la presidencia. En 1998, dos años después de
haberse divorciado de Winnie, contrajo matrimonio con Graça Machel.
Junto con el arzobispo Desmond Tutu, que presidía la
Comisión de la Verdad y la Reconciliación, Nelson Mandela presentó en junio de
1998 el informe con las conclusiones de la Comisión. La talla del dirigente
africano quedó patente una vez más cuando, frente al parecer del ANC, avaló las
conclusiones del informe, que señalaban no solamente los abusos y crímenes del
régimen segregacionista, sino también los cometidos por los diversos grupos de
los movimientos de liberación, incluido el Congreso Nacional Africano. Tres
meses antes de finalizar su mandato, Mandela anunció que no pensaba presentarse
a la reelección. Le sucedió en la presidencia Thabo Mbeki, vencedor en las
elecciones de junio de 1999.
Apartado de la vida política desde ese año, recibió
múltiples reconocimientos, si bien sus problemas de salud hicieron cada vez más
esporádicas sus apariciones públicas. Pese a su retirada, el fervor que Mandela
despierta en sus compatriotas siguió vivo: en 2010 estuvo presente en las
ceremonias del Mundial de Fútbol de Sudáfrica, y recibió el caluroso apoyo de
la multitud; en julio de 2013, estando el líder gravemente enfermo, la
población sudafricana se lanzó a las calles para celebrar su 95º aniversario.
Elevado a la categoría de uno de los personajes más carismáticos e influyentes
del siglo XX, su figura entrará en la historia como encarnación de la lucha por
la libertad y la justicia y como símbolo de toda una nación.
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